Los implicados en 1.985

Y también a esa pruebas de Taulé fue un chaval que se llamaba Alex Crivillé. Aquí dejo parte de un relato sacado de la revista "Formula Moto" escrita por Carlos Domínguez.

"Me pasaba los fines de semana en el garaje de casa; me apasionaba la mecánica y hacer inventos. Hasta adapté un motor de coche en un kart-cross, que era rapidísimo. De madrugada, mi madre tenía que desconectar la luz para que me fuera a dormir. Me gustaba mas la mecánica práctica que la teoría de los estudios de Tecnología FP-1, que cursaba en La Salle de Manlleu. En aquella época vivía en Vic, en casa de mi hermano Josep, y los fines de semana volvía a casa de mis padres, en Seva, y me los pasaba encima de la moto y en el garaje-taller"

Sus dos hermanos son grandes aficionados a las motos; Josep corría carreras en plan amateur e incluso participó en las 24 Horas de Montjuic. Un lunes, cuando Alex regresa del colegio, Josep le enseña un anuncio de Honda Taulé (tienda que regenta un ex-triatero Bultaco). Buscan un piloto para correr el Critérium Hacen una jornada de selección en Calafat con unas Honda Hurricane 75 cc. Es una segunda edición de la convocatoria que Pedro Taulé ya ha hecho años antes con ocasión de la Copa Streaker Bultaco, que ganó Sito Pons.

"Me enseñó el anuncio y me dijo: ¿Qué te parece? Lo iremos a probar, es este próximo sábado. Yo nunca había corrido en un circuito, tenía mis dudas, pero insistió y, entre él y Antonio me convencieron. El sábado nos fuimos a Calafat con la autorización paterna firmada porJosep, que imitaba muy bien su firma; yo solo tenía 15 años.

Las fotos de la Hurricane de Crivillé las saque del foro de Motociclismo. Este es el primer modelo con el que corrió en el 85´. Mira la llanta delantera de Hurricane, con el disco pequeño. Manillar de Bultaco Streaker, acelerador de corto recorrido y escape Tavi.

Había un centenar de inscritos y mi turno no tocaba hasta pasadas las 6 de la tarde. Era indispensable hacer la prueba mas temprano, no podíamos llegar muy tarde a casa; mi padre sospecharía y acabaría enterándose. Hablamos con Manuel Soler, que era uno de los organizadores, para poder hacer la prueba antes. Le dijimos que teníamos un restaurante en Seva y debíamos estar de regreso para el servicio de la noche, y me coló a unos cuarenta aspirantes. Las motos estaban un poco maltrechas, se habían caído varios candidatos y solo tenían dos unidades. Di las tres vueltas que me correspondían y marqué el segundo tiempo. Moñux había sido unas décimas más rápido.

Llegamos a casa mas tarde de lo habitual pero muy animados, y mi padre se olió algo. Nos preguntó qué escondíamos y mis hermanos, que estaban más contentos que yo, se lo contaron, le dijeron que había ganado. Aquello no le gustó nada, dijo que las carreras de motos eran peligrosas y que tenía que estudiar, pero ya no se habló más del asunto.

El lunes, cuando volví del colegio, Josep me dijo que habían telefoneado de Taulé y que estaba seleccionado para correr el Critérium con su equipo. Antes de la primera carrera fuimos a entrenar a Calafat y me caí. Me rompí la muñeca y los ligamentos del pié. Cuando llegué a casa, me encerré en mi habitación y me puse a llorar. Estaba asustado, me dolía todo, tenía miedo; le dije a Josep que no quería correr. Él trataba de consolarme y decía que eso eran cosas de las carreras, que en cuatro días estaría bien y lo habría olvidado. Así fue, y corrí el Critérium, gané la primera manga, pero ya no hice ningún otro buen resultado. La moto corría poco y siempre teníamos pequeños problemas mecánicos, tonterías, pero que me impedían estar delante y volver a ganar. La verdad es que fue un mal debut y Manuel Soler quiso repetir el intento al año siguiente. Entonces contactó mi hermano con Josep Rovira 'Paxau' reconocido técnico de Torelló (Osona-Vic) autor de los motores de trial de Merlín, Gas-Gas y actualmente Sherco para que nos preparase un motor; me hizo una maravilla de moto. Gané todas las carreras menos la última, donde corrí con los dos brazos vendados; me los había roto en un accidente en la Plaça de la Creu de Seva con la Cota 348 que me acababa de comprar; un coche se saltó el stop. Me operaron y fui a correr al Jarama en lamentable estado, pero hice segundo y gané el Critérium El premio era correr el Campeonato de Europa de 80 ce con una Derbi oficial, una verdadera moto de Gran Premio".

También sacado de su autobigrafía "Una vida sobre ruedas", que recomiendo comprar, obtengo este parrafo referente al año 85´.

Estudiaba formación profesional en La Salle de Manlleu y vivía en Vic, en casa de mi hermano Josep, tenía una Honda Hurricane y me divertía corriendo (y ganando) con mis amigos. Nada hacía presagiar lo que estaba a punto de ocurrir. Un día, al volver a casa, mi hermano me enseñó un anuncio que salía publicado en la revista Solo Moto y que decía lo siguiente:

Honda Taulé busca piloto: jornadas de pruebas en Calafat próximo sábado

 
Al cierre del actual, Manuel Soler ha llamado a la redacción para anunciarme que Honda Taulé organiza el próximo sábado 29 de junio una jornada de pruebas en el circuito de Calafat.
Honda Taulé convoca a todos aquellos pilotos de menos de 21 años y más de 14 con ganas de probar una Honda MBX «preparada»,
Honda Taulé elegirá al mejor para ofrecerle el manejo «oficial» de la moto de esta escudería en la primera prueba del 6 y 7 en el Jarama.
Gastos pagados y asistencia directa. iUn bombón! Los interesados en esta prueba pueden llamar a los teléfonos 207 39 35 Y207 56 58 de Barcelona que corresponden a los locales de Paseo San Juan 85 y Diagonal 376.
Allí recibiréis todo tipo de información. No olvidéis que Sito Pons «salió» de esta misma convocatoria ahora hace siete años ...

Buscaban un piloto para el Critérium Solo Moto, que fue durante muchos años una de las canteras más importantes de pilotos españoles, y Josep me propuso que participara. Pero yo tenía muchas dudas, entre ellas que nunca había rodado en un circuito y no se me había pasado por la cabeza ser piloto de motos. Él insistió mucho, pero yo no le hice caso y di el tema por zanjado. Sin embargo, la insistencia y la testarudez es una cualidad que nos adorna a todos los Crivillé y si me había enseñado el anuncio un lunes, al sábado siguiente salíamos rumbo a Calafat en compañía de mi hermano Antonio, a bordo de un Renault Supercinco TL, de color gris metalizado, que Antonio había estrenado la semana anterior.

Habíamos salido a primera hora de la mañana y llegamos a Calafat hacia las dos menos cuarto, donde nos esperaba una cola muy larga, formada en su mayoría por gente bastante mayor que yo. Durante la semana Josep me había apuntado para las pruebas en las oficinas de los organizadores y de paso había falsificado la firma de mi padre en la autorización para participar, aprovechando que tenían una letra muy parecida. Del centenar largo de inscritos nos presentamos finalmente 71, que debíamos compartir dos motos. La prueba consistía en dar tres vueltas al circuito: la primera saliendo de boxes y las otras dos, cronometradas. Como me tocaba de los últimos me fui a dar una vuelta por el circuito en compañía de mi hermano Josep para ver cómo trazaban las curvas los demás pilotos y fijarme en la complicada «s» detrás de boxes. El problema era que las motos se iban degradando a medida que pasaban vueltas y pilotos, y además estaban cada vez más tocadas porque bastantes de ellos se fueron al suelo en su afán de ir más rápidos.
Mis hermanos se dieron cuenta de la situación e ingeniaron una treta para subirme pronto a la moto y que pudiéramos regresar a casa a una hora que no levantase sospechas. Hablaron con Manuel Soler, organizador de la prueba, y le plantearon que teníamos un restaurante en Seva y que teníamos de estar de vuelta para servir la cena. Con esta excusa consiguieron colarme unos treinta o cuarenta puestos.
No sé si nos creyó o le caímos bien, pero lo cierto es que me subía a la moto a eso de las cinco de la tarde. Mi equipo consistía en un mono de cuero que me había dejado Lluís Ricard, un amigo de mis hermanos habitual de las carreras, el casco era de Josep y los guantes me iban grandes. En definitiva, todo un cuadro de improvisación que ahora no me deja de parecer entrañable. Pero como se trataba de una carrera de motos y no de un pase de modelos, subí a la moto, salí a rodar y cuando llegué a meta me dijeron que tenía el segundo mejor tiempo, a pocas décimas del primero. No le di mayor importancia porque me pareció un tiempo bastante fortuito que rebajarían con facilidad todos los pilotos que faltaban por correr.
Manuel Soler nos dijo que ya nos dirían algo y nos fuimos. Como sólo habíamos tomado el desayuno, en el camino de vuelta nos paramos en l'Ametlla de Mar, compramos un pollo asado y nos lo comimos entre los tres dentro del coche.
A pesar de todos nuestros esfuerzos, llegamos a casa ya de noche y mi padre se dio cuenta en seguida de que intentábamos esconder algo. A mis hermanos les resultaba difícil ocultar su euforia y le dijeron a mi padre que había sido el mejor de la prueba y que tenía madera de campeón, y empezaron a construir castillos en el aire. Pero mi padre no se dejó convencer y dejó bien claro las prioridades: primero los estudios, que asegurarían el futuro, porque las motos eran una afición muy peligrosa.
No le di demasiada importancia ni a la euforia de mis hermanos ni a las reticencias de mi padre, porque en el fondo no me lo acababa de creer. Sí, había participado en una prueba para convertirme en piloto, lo había hecho bien y me había divertido. Pero nada más. No creía que aquello fuera a tener ninguna trascendencia. Pasé el domingo como siempre con mis amigos. Al lunes siguiente, a la vuelta de clase, me esperaba la segunda sorpresa de aquellos días: habían llamado a mi hermano Josep para anunciarle que me habían elegido para correr el Critérium con todos los gastos pagados. Él estaba loco de alegría y yo no me lo podía creer.
« Hasta aquel momento había sufrido unos cuantos percances con la moto, pero nada que se pudiera igualar al daño que me hice en aquella caída y, sobre todo, por primera vez me asusté de la moto.»
Todavía faltaban bastantes meses para debutar en el Critérium y en ese intervalo tuvieron lugar dos acontecimientos que me iban a marcar y a acompañar a lo largo de mi carrera como piloto profesional: el dolor de las caídas y las mieles de la victoria. El primero tuvo lugar en el circuito de Calafat mientras entrenaba con una Honda Hurricane que me había prestado Pere Taulé. Me caí y me rompí la muñeca y los ligamentos del pie derecho. Hasta aquel momento había sufrido unos cuantos percances con la moto, pero nada que se pudiera igualar al daño que me hice en aquella caída y, sobre todo, por primera vez me asusté de la moto. Cuando llegué a casa subí a mi habitación y me encerré en ella. Le dije a mi hermano que me olvidara, que estaba muy asustado y que sólo me volvería a subir a una moto por diversión. Me pasé varias horas llorando, mientras Josep me consolaba y me repetía una y otra vez una frase que desde entonces he oído en infinidad de ocasiones y que yo mismo he pronunciado muchísimas veces: son cosas de las carreras. El enfado yel miedo me duraron casi lo mismo que el dolor de las heridas. Por suerte para mí, porque de no haber llegado a superar ese temor a la moto, ese día se habría acabado una carrera que todavía no había empezado. Tampoco sabía que esa sería la primera de una serie de caídas y percances que, al igual que las victorias, han ido marcando mi paso por la alta competición.

El segundo acontecimiento fue mucho más agradable y vale la pena recordar la fecha: el 8 de septiembre de 1985, en compañía de mi amigo Ferran Mas, ganamos las 2 Horas de Resistencia del Karibú. La competición estaba organizada por una conocidísima discoteca de Hostalets de Balenya, que había marcado un circuito en su enorme aparcamiento. Corrimos con una Puch Voy, que habían preparado en Motos Sastre de Granollers, y mi atuendo seguía siendo pintoresco con un chándal viejo y un casco de Josep, que me iba grande y que él había utilizado en Montju"ic. Acabamos primeros, en la misma vuelta que el segundo y el tercero, y nuestro premio fueron 30.000 pesetas, toda una fortuna en aquella época para un chaval de 15 años, y un pase VIP a la discoteca. Mi hizo mucha ilusión, aunque la alegría se vio algo enturbiada porque la noche anterior habían fallecido en accidente de tráfico cuatro jóvenes de la comarca, entre ellos mi primo Albert Tapias y Jacint Bassas.

Unas semanas después empezó mi primera temporada como piloto que fue, en líneas generales, bastante desastrosa, porque entre los problemas mecánicos y las caídas no conseguíamos acabar las carreras. Fue un aprendizaje duro que me sería muy útil para el futuro. Sólo conseguí ganar la primera manga de la primera carrera en Calafat, a pesar de correr todavía con las secuelas de un accidente que había tenido en Seva la semana anterior. En la segunda carrera que se corría en el Jarama quedé quinto, después de llamar a las tres de la madrugada a mi hermano Antonio porque Josep se había olvidado mi licencia federativa en casa y sin ella no podía correr. Antonio llegó a Madrid a las once de la mañana y en aquel momento lamenté mucho que no pudiera recompensar su esfuerzo con una victoria. En la tercera carrera, que coincidía con el Superprestigio, ni siquiera me pude clasificar.

La temporada me había dejado un sabor agridulce pero con muchas ganas de volver al año siguiente para hacerlo mejor. A pesar de eso, a finales de 1985 recibí mi primera placa de homenaje, una baldosa de color amarillo con una moto y la leyenda: «En el Criterium s'ha estrenat, esperant un Campionat» (Se ha estrenado en el Criterium, esperando un Campeonato). Me la concedió el grupo Els Cremats d'Osona (Los Quemados de Osona) en el transcurso de una cena en la que también fueron galardonados Toni y Jordi Arcarons (pilotos de motos), Pep Bassas (piloto de rallies) y Pili Mas, Joan Cros (piloto de enduro), Lluís Gallach (piloto de trial) y Mia Bardolet (piloto de rallies).